El hidrógeno verde y el aporte chileno a la descarbonización del transporte marítimo
Una estrategia nacional ambiciosa, el aporte de los sectores público y privado, más los infinitos recursos naturales ponen a Chile en una gran posición en materia de energías renovables a nivel mundial.
Según el Foro Económico Mundial, y basado en el Índice de Transición Energética (IET) que evalúa el rendimiento actual del sistema energético de 120 países centrándose en el equilibrio entre equidad, sostenibilidad medioambiental y seguridad y en su nivel de preparación para la transición, Chile es el nuevo integrante en la lista de los veinte países con mejores resultados en materia de energías renovables.
Este logro se consigue gracias a los pasos que se han dado en cuanto a la transición energética y gracias a los esfuerzos sostenidos durante varios años que incluyen características como una mayor seguridad energética a través de combinaciones energéticas y eléctricas diversas, un aumento de las energías renovables y una mayor proporción de energías limpias en la combinación de combustibles, mecanismos de aplicación de tarifas al carbono y entornos reguladores favorables que impulsan y posibilitan la transición energética.
“Chile genera el 35% de su energía a partir de energía solar y eólica, un testimonio de su importante desarrollo de infraestructuras y lo emergente de la industria de energías renovables. Este éxito se ve reforzado por la participación activa de empresas comprometidas en impulsar programas de energías limpias en el país. Es así que para el 2050, nuestro país tiene el ambicioso objetivo de alcanzar el 70% de consumo de energía a partir de las renovables y ser neutral en emisiones de carbono”, señaló Víctor Paredes, director de Power System para el Clúster Andino Sur de Schneider Electric.
Consultado por la evolución de la industria del hidrógeno en Chile, el ejecutivo indicó que el buen momento se debe a “una estrategia nacional ambiciosa presentada en noviembre de 2020 que aspira a que Chile produzca el hidrógeno verde más barato del mundo para fines de esta década, y que se sitúe entre los tres exportadores principales del mundo para 2040. Sin embargo, en la actualidad, Chile tiene el desafío de producir hidrógeno verde a escala industrial, aunque hay un amplio consenso sobre la necesidad de la transición energética”.
A su juicio, nuestro país tiene potencial para ser uno de los productores más eficientes y competitivos de hidrógeno verde en el mundo y, según estimaciones del Ministerio de Energía, se espera que el hidrógeno verde contribuya con una reducción de emisiones entre el 25 % y 27% al año 2050. “Esto es una oportunidad para el desarrollo económico del país a través de su contribución a la descarbonización y la transición energética mundial. Según el informe de Perspectiva global del hidrógeno verde para 2023 de Deloitte, se espera que la economía del hidrógeno verde crezca rápida y significativamente”, explicó.
Las energías renovables y el hidrógeno en la industria marítimo-portuaria
Para el director de Power System para el Clúster Andino Sur de Schneider Electric, “la industria marítima portuaria ha servido como medio para facilitar el comercio y el suministro de materiales y energía. En corto tiempo se espera que asuman la función de centros de energía renovable, pues en búsqueda de la descarbonización de la economía global, los puertos marítimos contribuirán significativamente a la transición hacia economías más verdes”.
En su opinión, el hidrógeno verde puede ser la piedra angular para conectar diferentes sectores industriales y económicos como el marítimo, el petróleo y el gas, el turismo de cruceros, la distribución y transformación a granel, las centrales térmicas, los operadores de redes eléctricas y la energía eólica marina, que normalmente se alojan en zonas portuarias.
Víctor Órdenes explicó que de acuerdo al informe World Energy Outlook 2022 de la Agencia Internacional de Energía, la demanda de carbón alcanzará un pico en los próximos años, el gas natural se estabilizará a fines de la década de 2020 y la demanda de petróleo alcanzará un pico a mediados de la década de 2030 antes de comenzar a disminuir y alrededor del 60 % de toda la nueva capacidad de generación de energía hasta 2040 deberá considerar las energías renovables.
“Aquí es donde el hidrógeno verde entraría a jugar un papel esencial como posible combustible marino alternativo, gracias a sus características favorables para aplicaciones marinas a bordo como la navegación con cero emisiones locales y el ser potencialmente neutral en carbono sin plantas adicionales de captura y almacenamiento de carbono. Los puertos podrían desempeñar un papel primordial a la hora de mantener la demanda de hidrógeno verde para este sector, no solo al habilitar una infraestructura de abastecimiento de combustible adecuada, sino albergando sitios de producción en zonas portuarias”, indicó.
Órdenes puntualizó que “ya se han desarrollado y están funcionando en todo el mundo varios buques de hidrógeno, pero su uso generalizado todavía está limitado. Por otra parte, y ante la falta de oleoductos o conexiones ferroviarias con los países exportadores, varios países dependen en gran medida del envío de combustibles fósiles importados. El transporte marítimo y los puertos globales se vuelven fundamentales, actuando como centros energéticos para recibir, producir y suministrar energía tanto a los distritos urbanos como a los industriales”.
Al ser consultado sobre la rentabilidad de este tipo de combustibles en comparación con los fósiles, explicó que “podemos hablar de una disyuntiva entre rentabilidad y sostenibilidad. En diversos escenarios se habla la imperiosa necesidad de descarbonizar el transporte marítimo como uno de los más difíciles de electrificar y avanzar en temas relacionados a la producción y disponibilidad de nuevos combustibles marinos como el hidrógeno verde. En este sentido, el impacto de la transformación del transporte marítimo hacia opciones más sostenibles tiene un significado importante en Chile por su economía altamente dependiente del comercio internacional”.
Ahora, desde una perspectiva económica, Chile se podría beneficiar de un transporte marítimo eficiente y rentable para exportar productos como el cobre, la fruta, el salmón y otros bienes, pero “existen desafíos para Chile en esta transición. La inversión en infraestructura para la producción y el suministro de combustibles más limpios, así como la adaptación de los puertos para el manejo de estos nuevos combustibles, requerirá esfuerzos y recursos significativos. Además, la competitividad de la industria naviera chilena podría verse afectada si no se adapta a tiempo a estas nuevas tecnologías y prácticas”.