Pulso de los astilleros mundiales este 2022
En consonancia con los números positivos luego de la pandemia y una leve caída de la demanda, la industria de construcción naviera mira el porvenir con cierta holgura este primer semestre del año.
Se espera que el mercado mundial de la construcción y reparación de buques pase de 208.250 millones de dólares en 2021 a 227.540 millones de dólares en 2022, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 9,3%. Asimismo, hay expectativas de que el mercado experimente un alza de hasta U$ 316.840 millones en 2026, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 8,6%.
De acuerdo a un informe reciente de la OCDE sobre el devenir de la construcción (y reparación naval) en este año, las principales firmas por tamaño, encargos y facturación son coreanas, chinas o estadounidenses, entre las cuales se cuentan Samsung Heavy Industries Co Ltd, Daewoo shipbuilding & marine engineering, General Dynamics, Brunswick Corporation, Mitsubishi Heavy Industries Ltd, Huntington Ingalls Industries, China Shipbuilding Industry Corp y China CSSC Holdings Limited. Las excepciones corren por cuenta de la compañía australiana Austal y la italiana Fincantieri.
Como informó el portal económico Bussinesswire en forma reciente, la industria de la construcción y reparación naval se ha visto favorecida por las expectativas de crecimiento proyectado tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. De hecho, señala que el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que el crecimiento del PIB mundial sea del 3,2% en 2022 y del 2,9% en 2023. No obstante estas cifras poco alentadoras, para los grandes astilleros el panorama se ve algo más prometedor puesto que la recuperación de los precios de las materias primas, después de un descenso significativo en el período histórico, ayudará efectivamente al crecimiento del mercado.
El reporte de la OCDE sobre la industria de los astilleros este año consigna que el mercado de la construcción naval es muy peculiar, ya que responde a una lógica y factores de largo plazo. Se necesitan mínimo dos a tres años promedio para construir un nuevo barco desde su pedido hasta su entrega. Y para cuando se construye una nueva nave, la demanda mundial puede haber evolucionado drásticamente.
Asimismo, la construcción de un nuevo buque es una inversión a largo plazo. Por ejemplo, un petrolero tiene una vida útil de entre 18 y 25 años. La construcción naval también se caracteriza por la singularidad de los buques: "Los buques individuales de la misma categoría y tamaño pueden ser muy diferentes en términos de especificaciones técnicas detalladas y de calidad" (Adland, Norland y Sætrevik, 2017).
Esta última característica hace que el mercado de la construcción naval sea un mercado complejo y heterogéneo. Por último, el mercado de la construcción naval se caracteriza por ser uno de los más competitivos del mundo, al demostrar "fluctuaciones de precios a una escala que pocas industrias de bienes de capital pueden igualar" (Stopford, 2008).
Y qué pasa en Latinoamérica?
El artículo de Business Wire prevé que los así llamados “mercados emergentes” sigan creciendo ligeramente más rápido que los desarrollados en el periodo de previsión. Se espera que el crecimiento económico estable aumente las inversiones en los mercados de usuarios finales, impulsando así el mercado durante el periodo de previsión. Aunque Brasil es el único país del hemisferio sur latinoamericano que puede equiparse en escala y volumen a los grandes astilleros mundiales, las firmas chilenas se han beneficiado del nearshoring, esto es, la prestación de servicios especializados desde países más o menos cercanos al país contratante. O al menos sin tanta barrera cultural ni de husos horarios.
Este es el caso de ASENAV, que ha realizado encargos importantes para gigantes navieros como Maersk y sigue recibiendo órdenes de buques de tamaño mediano como transporte de salmones o remolcadores. O en el caso de ASMAR, los trabajos que ha realizado para la Armada de Chile; un patrullero para los guardacostas de Islandia, incluyendo naves científicas y pesqueras. Es de esperar que la tecnología de construcción naval ecológica traiga un impulso extra a las órdenes para nuestros astilleros locales. Otra alternativa es aumentar la eficiencia de la mano de obra con mayor tecnología, sumado a la capacitación de las y los trabajadores especialistas.